Las Lomitas: Ramón en la secundaria y no sabía leer, ni restar: "copio lo que veo en el pizarrón" decía

Las Lomitas: Ramón en la secundaria y no sabía leer, ni restar: "copio lo que veo en el pizarrón" decía

Nacionales
Tipografía
  • Más pequeño Pequeño Medio Grande Más grande
  • Defecto Helvetica Segoe Georgia Times
anuncio

Ramón tiene 13 años vive en Las Lomitas, Formosa y está en la secundaria, pero no tenía los conocimientos mínimos de alfabetización, sin embargo, los maestros lo hacían pasar de grado igual. La Nación realizó la primera nota en mayo de 2022 y lo alfabetizaron, su familia recibió ayuda de varios lugares del mundo y su vida mejoró.

En la primera nota se relataba "Ramón Moreno tiene 13 años, vive en el Barrio Industrial de Las Lomitas en Formosa" decía la periodista Micaela Urdiñez dio a conocer su historia y expuso la estafa educativa de la que miles de niños y jóvenes son víctimas hoy en la Argentina.

“Mi sueño es aprender a leer y a estudiar”, dice Ramón Moreno, de 13 años, en el monte del fondo de su casa en el barrio Industrial de Las Lomitas, en Formosa. En una mano tiene un machete con el que se abre el paso y en la otra una honda para tirarle a los pájaros. Si bien este año arrancó la secundaria, todavía no adquirió niveles mínimos de alfabetización. “Copio del pizarrón”, agrega para explicar por qué su carpeta está llena de hojas con su letra pero que no entiende. Sabe escribir y sumar, pero no restar ni hacer operaciones más complejas como multiplicar o dividir.

Ramón nació rodeado de necesidades y por eso desde los 6 años que acompaña todas las tardes a su mamá a vender pan y tortas fritas para salvar el día. Ahora que ya es adolescente, es el encargado de ir al monte a juntar las ramas para limpiar el horno, el que carga las bolsas en la moto y el que baja, casa por casa, a ofrecer algo rico para la hora del mate.

Él es el rostro de una generación de chicos que está siendo estafado por un sistema educativo que no les da las herramientas básicas para poder enfrentarse al mundo.

 

El joven adolescente explicó que "copia del pizarrón" lo que los maestros escriben, pero por el momento no sabe leer, pero sí sabe escribir y sumar.

La madre de Ramón, Yesica Rojas criticó la inédita situación, poniendo de ejemplo a sus hijos: "El que va a 4º grado no aprendió a leer todavía, y pasó igual de grado. La nena que va a 5º tampoco aprendió a leer y la hicieron pasar de grado" y agregó que, cuando sus hijos no entienden algo en clases "la directora me manda a llamar y nos echan la culpa a nosotros porque dicen que les tenemos que enseñar a ellos acá en casa", tarea que es imposible para Jesica ya que, abandonó la escuela a temprana edad.

Estos casos se siguen sumando y agravando a raíz de las reformas educativas que han implementado algunas provincias, entre ellas Formosa, que obligan a las instituciones hacer pasar de grado a los chicos a pesar de llevarse todas las materias.

 

Ramón es uno de los tantos chicos que asiste a la escuela todos los días, pero no logra aprender nada debido a un sistema educativo que no les brinda las herramientas básicas y de esta forma, los condenan a una vida sin propósitos y destruyen sus sueños: "Mi sueño es aprender a leer y estudiar", comentó el joven cuando fue consultado.

Ramón además tiene cuatro hermanos menores, Yael (10), Alexander (9), Brenda (4) y Thiago (1), junto con Jesica salen a vender tortafritas y pan para tratar de ayudar a la precaria economía de su hogar, lamentablemente su madre comentó que no alcanza, sus hijos menores están bajos de peso para su edad y hay noches en las que solamente pueden consumir un mate cocido.

Aunque el pequeño gigante de 13 años se muestra orgulloso, “Yo estoy ahí en todo”, dice Ramón para poner en palabras que es la “mano derecha” de sus papás. Y agrega: “Todos los días me levanto a las 6 de la mañana, de ahí me baño, me cambio y me voy a la escuela. Voy en moto, siempre me lleva mi mamá. Vuelvo a al mediodía, después me pongo a hacer pan y lo salgo a vender. En el recorrido siempre nos dan algo de comida. Ayer nos dieron durazno, papas, uvas y lechuga”, dice sobre cómo es la rutina de sus días. al poder ayudar a sus padres y hermanitos, lo cierto es que, a estos niños, les están robando el futuro y las posibilidades.

 

"Al pan dulce se le echa el agua dulce y al salado se le hecha salmuera. Después le echamos la harina, un poquitito de grasa y la levadura. Después lo mojamos y lo amasamos. Cuando está hecho el bollo va a la asadera. Barremos el horno con ramas que saco del monte y lo ponemos. Todo lo vendo a 100 pesos. Antes era a 50 pero aumentó la harina", cuenta el mayor de cinco hermanos, que por momentos asume responsabilidades de adulto.

"Todos los días me levanto a las 6 de la mañana, de ahí me baño, me cambio y me voy a la escuela. Voy en moto, siempre me lleva mi mamá. Vuelvo al mediodía, después me pongo a hacer pan y lo salgo a vender. En el recorrido siempre nos dan algo de comida. Ayer nos dieron durazno, papas, uvas y lechuga", dice sobre cómo es la rutina de sus días.

"Antes me iba solo a la escuela en bicicleta, pero ahora se me rompió. Necesito una nueva. También me pidieron bajar una APP para aprender a pronunciar bien en inglés y no la podemos descargar en el teléfono de mi mamá. Me ayudaría mucho tener uno para mí, aunque sea usado", dice Ramón casi con vergüenza.

 

Lo más urgente es conseguir la comida para el día. Más temprano desayunaron una leche y algo de puchero que les donaron y sobró de la noche anterior. "Lo más difícil es cuando me piden algo para comer y a veces no les puedo dar", confiesa su mamá, Yésica Rojas, que necesita una mesa más grande para poder amasar mejor.

Sus dos hermanos menores tienen problemas de bajo peso y si bien Yésica hace malabares para alimentarlos bien, hay noches en las que solo se van a dormir con un mate cocido. "Hay gente que me ayuda con mercadería y con la ropa de los chicos. Paso por la carnicería y me dan lo que sobra. A veces en la verdulería me juntan un poco de fruta y me dan para ellos", agrega mientras le da la teta al más chico.

Todas las tardes, Yesi también se acerca a Cáritas para retirar la merienda para sus hijos. La semana pasada, le consiguieron unos joggings a Ramón que necesitaba para hacer educación física en la escuela. "Hay muchas mamás luchadoras y trabajadoras como Yesi. Nosotros estamos para apoyar a esas mamás. Ellos pueden hacer su casita, pueden vender un pan casero. Y la mayoría vas a ver que son mamás y lo que yo veo es la fortaleza que tienen para salir adelante", dice Gladys Paiva, presidenta de la sede de Cáritas en Las Lomitas.

Poco lugar y baño sin techo

La venta de pan es el principal ingreso de la familia, además de la AUH que Yesi cobra por sus hijos y las changas que hace su marido. Gracias a eso, de a poco pudieron ir mejorando su casa, en la que antes dormían los cinco en la misma habitación. Con mucho esfuerzo, pudieron levantar una habitación en la que ahora duermen sus papás. “Yo le pasaba el concreto y los ladrillos para hacer la pieza de mis papás. Y ayudé a techar también”, recuerda Ramón, que comparte cama con el resto de sus hermanos en un ambiente que también funciona como cocina y no tiene armario para guardar la ropa.

 

“Queremos hacer una pieza nueva para que los chicos no duerman todos amontonados”, dice Yesi. La otra prioridad es hacer un baño. “Baño tenemos el del hule negro, pero estamos haciendo otro que nos falta construir pero no nos alcanzó la plata. Cuando llueve vamos tapados al baño para no mojarnos”, dice Ramón.

Como en la casa no hay espacio para jugar, Ramón y sus hermanos siempre están en la calle. Los cinco descalzos, a pesar del frío, y juegan con ramitas o con lo que encuentran. “Tienen unas zapatillas que les dieron en la escuela y no les dejo que las usen cuando llueve para que no las ensucien”, dice Yésica, que se las arregla como puede para mantener la casa limpia.

El agua

El acceso al agua también es un problema: tienen una perforación, pero le están faltando unos caños para encamisar y que pueda subir bien el agua. Así que juntan la de lluvia o le piden al vecino con una manguera para cargar durante media hora. Para bañarse, tienen que juntar el agua en tachos en una carretilla y calentarla con leña.

Con respecto a su futuro, Ramón lo tiene claro: si bien lo que menos le gusta en la vida es pelear, cuando sea grande le gustaría ser militar o policía. Para Yesi, lo más importante es que sus hijos vayan a la escuela. "Quiero que ellos terminen lo que yo no pude y no tengan que andar vendiendo pan como yo", dice con la voz quebrada.

En el patio de la casa se escucha de fondo el sonido de los pollitos que no paran de llamar la atención. Los gatos y los perros se mueven como dueños de casa y el chancho se tira en el piso a descansar. Brenda aprovecha para sacarle las garrapatas con la mano.

Por la tarde, Ramón busca su bolso y se dispone a hacer la tarea para la escuela. En la cartuchera tiene todos los útiles que necesita, saca las carpetas y muestra todo lo que hicieron hasta ahora. "Durante la pandemia la tarea la mandaban por el celular. Yo prefiero estar en la escuela porque ahí te lo explican bien a la tarea", cuenta este adolescente que solo quiere aprender a leer: "Es importante aprender a leer porque así puedo resolver más rápido las cosas. Así cuando tengo algún exámen, eso me ayuda", concluye.

 

Ramón pudo cumplir su sueño de aprender a leer y hoy tiene una bicicleta nueva para ir solo a la escuela

La historia de Ramón Moreno, el chico de 13 años que vive en Las Lomitas, en Formosa y que todavía no sabía leer, se viralizó y la familia recibió donaciones de ropa, zapatillas y dinero para empezar a construir una pieza más.

“Mire la bici que me trajeron de Formosa. Esta solamente la voy a usar para ir al colegio”, dice Ramón Moreno, de 13 años, en un audio de Whatsapp con voz eufórica. La sonrisa que tiene subido arriba de la bicicleta negra y verde que le donaron para que pueda ir y volver solo de la escuela, lo dice todo.

Su historia de cómo sobrevive con sus papás y sus hermanos en una casita precaria en el barrio Industrial de Las Lomitas, en Formosa, conmovió a todos. Es el mayor de cinco hermanos: Thiago (1), Brenda (4), Alexander (9) y Yael (10) y eso hace que por momentos asuma responsabilidades de adulto. Desde los 6 años que acompaña todas las tardes a su mamá a vender pan y tortas fritas para salvar el día y su sueño era “aprender a leer y a estudiar”.

Gracias a la enorme repercusión que tuvo la nota que fue replicada en distintos medios nacionales y locales, Ramón pudo cumplir su sueño: aprendió a leer. En su escuela decidieron empezar a darle apoyo escolar para que se pusiera al día con los niveles de alfabetización de un chico de su edad.

“Estoy al día con las notas”

“Va los martes y viernes en la escuela. Ahí los profesores le enseñan a leer. Aquí en la casa él se pone a practicar y ya está aprendiendo a leer bien ya. Hace unas semanas lo felicitaron en el colegio por su buen comportamiento y su esfuerzo”, cuenta orgullosa Yésica Rojas, su mamá. Ramón agrega: “Todavía no leo bien de corrido, pero lo que me pongan lo leo. Gracias a Dios estoy al día con todas las notas”.

Fueron más de cien personas las que se comunicaron con Ramón Cubilla, representante de Cáritas Formosa para colaborar de distintas maneras con la familia de Ramón. “Algunos llamados fueron del exterior como Toronto, Miami, Haití, México, España y Nueva York”, cuenta Cubilla, que fue el encargado de canalizar todas las donaciones y hacérselas llegar a los Moreno. Además de ropa y zapatillas, se lograron recaudar $115.000 que fueron destinados para comprar ladrillos y chapas para empezar a levantar una habitación más para que los chicos no duerman todos amontonados.

Otra de las necesidades urgentes para los Moreno era poder tener un baño de material porque el otro que tenían con bolsas de nylon se llovía y volaba con el viento. “Ya tenemos terminado el bañito con lo que sacamos de la venta de pan. Con eso compramos la bolsa de cemento y pudimos de a poquito terminar el piso”, dice Yesi.

El próximo proyecto es poder arrancar la construcción de la habitación. El presupuesto que les habían hecho superaba casi en diez veces lo que se logró recaudar, pero Yesi no pierde las esperanzas: “Con esto ya compramos algo. Ahora nos falta el cemento, el hierro, la arena y la piedra. Con lo que vayamos sacando de la venta de pan, la vamos a ir levantando”, dice convencida. Para ella, lo más importante es que sus hijos vayan a la escuela. “Quiero que ellos terminen lo que yo no pude y no tengan que andar vendiendo pan como yo”, dice con la voz quebrada.

COMO AYUDAR

Las personas que quieran ayudar a Ramón o aportar a Cáritas Formosa pueden:

-comunicarse vía Whatsapp con Ramón Cubilla al +54 9 3704 59-4766.

Fuente: Micaela Urdinez para La Nación

Doná desde $300

Apoyá a infoqom.com.ar

Ayudanos a seguir con nuestra labor independiente
Doná desde $300

insssep

miguitas de pan

Lo más visto en los últimos...

Membranas Ayser
Club de Regatas Resistencia
Renovadas Instalaciones