Kicillof y la Soga del Endeudamiento: Presión Política con Amenaza de Default para Obtener $3.700 Millones

El «Efecto Default» como Herramienta de Negociación: Kicillof Acorrala a la Nación Exigiendo Vía Libre para Endeudarse por USD 3.700 Millones

La pulseada fiscal entre la provincia de Buenos Aires y el Gobierno nacional escaló esta semana a un nivel de máxima tensión, luego de que el gobernador Axel Kicillof utilizara la amenaza de una potencial cesación de pagos (default) como mecanismo de presión para destrabar el acceso a un nuevo endeudamiento de casi 3.700 millones de dólares. Lejos de presentarse como un pedido técnico, la movida provincial se articula como una jugada política de alto riesgo.

El argumento central del Ejecutivo bonaerense es claro: sin la aprobación de la Nación para tomar esta deuda, la provincia se vería impedida de cumplir con obligaciones financieras, quedando al borde del abismo. Sin embargo, en los despachos de la Casa Rosada y el Palacio de Hacienda, que conducen Luis Caputo y Guillermo Francos, la respuesta es unánime y tajante: no se otorgará el aval sin una justificación clara de los usos y un saneamiento creíble de las cuentas.

La exigencia de Buenos Aires, que incluye la necesidad de «refinanciar» vencimientos, choca de frente con la reticencia del gobierno libertario, que acusa a Kicillof de utilizar a los bonaerenses como escudo para ocultar una «mala gestión» crónica. La controversia se intensifica porque el gobernador evita transparentar el destino real de los fondos y desvía el foco con la denuncia de un supuesto «complot centralista» en su contra.

La pregunta que resuena es: ¿el riesgo de default es real o es un golpe de efecto diseñado para forzar la negociación? Fuentes cercanas al Ministerio de Economía nacional aseguran que la provincia tiene un déficit estructural que se profundiza con gastos discrecionales, y que el volumen del pedido ($3.700 millones) esconde una necesidad de cubrir un agujero financiero de 13 billones de pesos que no puede justificarse con la sola palabra «refinanciamiento».

En este contexto de tirantez, la administración nacional mantiene la cautela, insistiendo en que la provincia debe asumir la responsabilidad de su desequilibrio. La extorsión política a través de la amenaza financiera se consolida, una vez más, como la estrategia predilecta del kirchnerismo para lidiar con las arcas provinciales, sometiendo a los habitantes de Buenos Aires a la incertidumbre fiscal mientras se dirime una guerra de recursos.

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