Caso Acaí: la Justicia suma teléfonos incautados y nuevas pistas mientras en la zona nadie habla

A poco más de un mes de la desaparición de Acaí, la joven yaguareté que había sido liberada en el Parque Nacional El Impenetrable, la investigación judicial avanza con medidas concretas pero aún sin respuestas sobre el destino del animal. Acaí dejó de emitir señal el 25 de octubre y, desde entonces, la causa se construye a partir de indicios dispersos y un clima de silencio entre los pobladores.

La pesquisa se centra en la última ubicación registrada por el collar satelital, que marcó actividad desde el lecho del río Bermejo. Ese dato fortaleció la sospecha de una muerte provocada y del desecho intencional del dispositivo para borrar todo rastro. Técnicos de Rewilding Argentina, que supervisaban el monitoreo del animal, sostienen que el escenario apunta a un ataque deliberado.

La desaparición del felino —una hembra de dos años, calificada como Monumento Natural Nacional— movilizó a la Justicia federal, al fiscal Carlos Amad, a fuerzas de seguridad y a la Administración de Parques Nacionales (APN). Todos coinciden en una dificultad central: nadie aporta información. El hermetismo en la zona motivó la oferta de una recompensa de 250 millones de pesos para obtener datos certeros.

En los últimos días se realizaron allanamientos en ranchos del paraje Manantiales, área donde días antes APN había advertido sobre la presencia del yaguareté para evitar conflictos con animales domésticos. Las medidas dieron como resultado el secuestro de seis teléfonos celulares, que serán sometidos a peritajes para rastrear conversaciones, imágenes y ubicaciones que permitan reconstruir el recorrido del animal antes de perderse toda señal.

Durante esos procedimientos surgió otro elemento relevante: un perro con una lesión profunda en el lomo. Sus dueños atribuyeron la herida a un ataque de Acaí, aunque especialistas cuestionan esa versión y señalan que un zarpazo de yaguareté suele ser letal, lo que despierta dudas sobre la veracidad del relato.

Los investigadores también registraron un hecho llamativo: solo una pistola apareció durante los operativos, algo poco habitual en una zona donde la presencia de armas es frecuente. Para la Justicia, eso podría indicar que quienes intervinieron ocultaron o descartaron armamento.

Aunque existen líneas que apuntan al furtivismo o a la captura con fines ilegales, la hipótesis dominante sostiene que hubo un conflicto con productores de la zona, posiblemente vinculado al eventual ataque a animales de cría. Hay testimonios que refuerzan esa sospecha, incluso uno en el que un vecino admite que mataría al felino “si le dañara un animal, aun si eso significara ir preso”.

Sin rastros físicos del cuerpo —ni piel, ni restos, ni señales biológicas— la investigación se orienta ahora a peritar celulares, realizar nuevos rastrillajes y cotejar versiones de los pobladores.

El fiscal Amad sostiene que el objetivo sigue siendo hallar al animal con vida, aunque los especialistas son menos optimistas. Mientras tanto, el expediente continúa sumando piezas sueltas y un interrogante que crece con el paso de los días: ¿qué pasó realmente con Acaí?

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