Cuadernos: sale a remate una casa que el secretario de los Kirchner compró con dinero de la corrupción
El lujoso inmueble, ubicado en Villa Devoto, se subastará con una base de casi un millón de dólares; se trata de un bien decomisado por la Justicia en la causa por enriquecimiento ilícito que se siguió al exfuncionario.
Por Diego Cabot para LA NACIÓN
De a poco, aquel patrimonio millonario que acumuló el secretario privado de Néstor y Cristina Kirchner, Daniel Muñoz, empezó el camino del desmembramiento. Luego de años de causas penales, una casa que perteneció al colaborador de extrema confianza de los expresidentes saldrá a remate para que aquel que haga la mejor oferta se quede con una vivienda ubicada en la zona de Villa Devoto.
Quien quiera comprar el inmueble ubicado en la calle Salvador María del Carril al 3700, un coqueto boulevard de ese barrio porteño, deberá ofrecer, al menos US$974.416, el valor que la Agencia de Bienes del Estado (ABE) fijó como base en una subasta pública electrónica que terminará el 1 de agosto próximo, fecha en la que se abrirán las ofertas presentadas.
La historia de este inmueble, que no será el único que se subastará, se remonta a los decomisos de bienes que se hicieron en el juicio por enriquecimiento ilícito que se instruyó contra uno de los hombres de confianza de los expresidentes. En rigor, en el marco del expediente judicial, la Justicia avanzó contra varios de los activos de Muñoz. Durante estos años, los trámites siguieron su curso pero, los tiempos procesales hicieron lo suyo para que todo quede en modo “espera”. Pero finalmente, la ABE avanzó en la liquidación del inmueble, una casa de tres plantas ubicada en un lote de 388 metros cuadrados en los que están construidos 639 metros cuadrados.
De acuerdo a la información oficial, el inmueble podrá visitarse durante este mes, previo acuerdo con la ABE, y tendrá el procedimiento que está normado en el portal Subast.ar, una plataforma estatal que se ocupa de abrir concursos de precios para bienes que quedaron en manos del organismo.
Ahora bien, qué pasará con el producido de la venta, siempre en caso de que aparezca alguien con apetito inmobiliario. De acuerdo a lo que se dispuso, se aplicará el artículo 27 de la ley 25.246, una norma que modifica el código penal en materia de lavado de activos. “El dinero y los otros bienes o recursos secuestrados judicialmente por la comisión de los delitos previstos en esta ley, serán entregados por el tribunal interviniente a un fondo especial que instituirá el Poder Ejecutivo Nacional. Dicho fondo podrá administrar los bienes y disponer del dinero conforme a lo establecido precedentemente, siendo responsable de su devolución a quien corresponda cuando así lo dispusiere una resolución judicial firme”, dice la norma. Por ahora, el destino del fondo no está claro.
Daniel Muñoz, aquel oficioso secretario de Néstor Kirchner, fue durante muchos años el encargado de recibir bolsos rebosantes de dinero y acopiarlos en el domicilio de los exmandatarios, en Uruguay y Juncal, o llevarlos a Río Gallegos. De acuerdo a decenas de testimonios, entre ellos el del excontador del matrimonio presidencial, Víctor Manzanales, Muñoz era la persona designada para mover el dinero de un lado a otro. Con ese trabajo logró juntar una fortuna con la que llegó a tener, al menos, 70 millones de dólares de inmuebles lujosos en Estados Unidos. En la Argentina, compró empresas, hoteles, cabañas, estacionamientos y decenas de departamentos y casas.
En Miami, los inmuebles estuvieron a nombre de una red de sociedades y testaferros y cuyos dueños originales eran Muñoz y su esposa, la también procesada en la causa Cuadernos, Carolina Pochetti. Esa trama fue investigada por la justicia de la Argentina y de los Estados Unidos. La gran mayoría de los intermediarios pasaron por la cárcel, y han reconocido sus delitos. Todos esperan el juicio oral en la causa que últimamente fue noticia por la decisión de una sala del Tribunal de Casación de considerar 16 pagos efectuados en subsuelos y cocheras por Ángelo Calcaterra como aportes de campaña.
Carolina Pochetti, viuda de Daniel Muñoz, fue detenida en la causa cuadernos y declaró como arrepentido
“Acá nadie robó nada. Esto es la comisión que se le cobra a la patria por hacer las cosas bien”, le dijo el ex secretario privado al contador de la familia Kirchner, Víctor Manzanares, cuando estaban en medio del proceso de lavado de dinero ilegal. Fue Manzanares quién relató, bajo juramente de decir la verdad, la anécdota en la Justicia.
En Nueva York, el hombre de las valijas, llegó a comprar dos departamentos en el lujoso Plaza hotel, uno de los lugares más exclusivos de la ciudad. El vehículo para la inversión fue Free Experience Inc. El 22 de septiembre de 2010 fue la primera compra. La unidad 1608 del famoso Plaza Hotel pasó a estar controlada por Muñoz por 1,85 millones de dólares. Todo hace suponer que se sintió cómodo con la adquisición. Un año más tarde, el 2 de diciembre de 2011, fue por algo más importante. Pagó 13,05 millones de dólares por la unidad 607.
Un local de Muñoz ubicado en 1177 S.W. 8 St., Miami.
En Miami, por caso, tuvo varias propiedades, departamento de súper lujo y al menos tres terrenos comerciales. En dos de ellos habían sucursales de bancos. Además, Muñoz y Pochetti compraron media manzana en la que se ubica una enorme farmacia de la cadena CVS. Utilizaron para hacerse de la propiedad una sociedad llamada Mother Queen Inc y la operación se realizó el 20 de diciembre de 2012. El inmueble, que tiene salida a tres calles, playa de estacionamiento propia y otra entrada para comprar en el local desde el auto, fue adquirido por 12,12 millones de dólares. El 19 de julio de 2016 está anotada una venta. El nuevo dueño es Miami RE LLC y pagó 13,1 millones de dólares.
Un local de Muñoz ubicado en 1177 S.W. 8 St., Miami.
En la Argentina se hicieron dueños de varios emprendimientos. Tenían dos edificios de cocheras en Palermo, departamentos y decenas de cabañas en el Sur. En 2013, con testaferros compraron la empresa San-Up, líder en el mercado de nebulizadores y pequeño instrumental para el cuidado personal y de la salud. Pagaron US$34 millones cuando la empresa, valuada por uno de los grandes jugadores que se había interesado en comprarla, valía no más de 10 millones.
Hizo maravillas con el dinero que ganaba con su sueldo de secretario privado. En 2008, a cambio de un millón de euros, compró una pyme de Río Gallegos dedicada a la limpieza de oficinas, Trans Ecológica. Inmediatamente, se incorporó a Pochetti como gerente mediante un acta que se elaboró en la escribanía de Adriana López, en Río Gallegos. Con los papeles arreglados y el pago ya realizado, el millonario matrimonio ingresó a la empresa.
Desde ese momento, los negocios florecieron. El 17 de junio del año siguiente, Trans Ecológica, una empresa radicada a 2581 kilómetros de Zárate, lugar donde se ubica la central nuclear Atucha, firmó su primer contrato millonario. Da gusto ver cómo los jerarcas atómicos de Nucleoléctrica Argentina de entonces justificaron la contratación directa.
El procedimiento, si efectivamente no había empresas capaces de limpiar una central que aún no estaba en operaciones, era un llamado a licitación internacional. Pero Muñoz y Pochetti no andaban con vueltas y entonces NASA recomendó la contratación directa. Historias fantásticas de las pujantes empresas de la Argentina kirchnerista, especialmente, de las de Santa Cruz. Con la firma de tres jefes, entre ellos Roberto Quaranta, Gerente de Proyecto de Planta, se firmó un documento en el que se justifica la contratación directa. “Se propone la contratación directa de la firma Trans Ecológica SRL [entonces ni siquiera era una sociedad anónima] para el servicio de limpieza industrial”, dice un documento al que accedió LA NACION.
Nadie sabe exactamente cuánto dinero logró manejar Muñoz. Fue tan impresionante su crecimiento que hasta llegó a tener un terreno valuado en 30 millones de dólares en Turks and Caicos, unas paradisíacas islas caribeñas donde proyectaba hacer un hotel de lujo. Hoy, varias cosas están embargadas y otras empresas, como San Up, marcharon a la quiebra.
Fuente: LA NACIÓN