«Cuando se promociona a unos, se condena a otros»: el Chaco y el costo oculto del desarrollo industrial

Segunda parte, de una entrevista del titular del IIFA que llama a la reflexión.

«El Chaco se industrializó por las leyes de Promoción Industrial y cuando buscan promocionar un sector, en realidad lo que hacen es condenar a otro a que pague el desarrollo de ellos. Pongo mucho énfasis en eso.
También digo que las retenciones que tienen los productores fueron a subsidiar un sistema productivo que concentra la industria aceitera en Rosario y eso condena al interior al subdesarrollo», fueron algunas de las reflexiones que dejó Carlos Favarón, titular del IIFA en declaraciones a Norte Play.

Tal como lo reprodujo Infoqom el lunes, el presidente del Instituto de Investigaciones Forestales y Agropecuarias del Chaco, Carlos Favarón, lanzó una dura crítica al modelo de desarrollo industrial argentino, al que responsabiliza de haber condenado a provincias como el Chaco al subdesarrollo.

Recordó que la provincia alcanzó un fuerte crecimiento en los años 80 gracias a las leyes de Promoción Industrial, pero advirtió que este tipo de políticas, lejos de ser neutras, implican que un sector o una región financie el desarrollo de otra. “Cuando se promociona a un sector, en realidad se está condenando a otro a pagar el desarrollo de ellos”, afirmó.

Favarón ejemplificó con el impacto de las retenciones a los productores agrícolas, que —según dijo— subsidiaron la concentración de la industria aceitera en Rosario, dejando al interior sin capacidad de procesar su propia producción. “En el Chaco somos la tercera provincia productora de girasol y no producimos ni una gota de aceite. Antes teníamos molinos y hoy producimos cero”, lamentó.

En los años 80 teníamos alrededor de 30 000 puestos textiles de trabajo en la provincia y hoy esos puestos textiles nos llegan a 800, 900 puestos. Entonces, esto ha demostrado que todas las provincias que promocionan y inducen a llevar hacia un sector con leyes impositivas, están condenando a otras. Así el Chaco fue condenado a la desindustrialización.

En ese mismo sentido, recordó que la promoción industrial favoreció a provincias como La Rioja, Catamarca, San Luis y Tierra del Fuego, mientras el Chaco perdió más de 30.000 puestos de trabajo en el sector textil. “Hay que dejar que las provincias desarrollen su potencial en lo que son competitivas. En nuestro caso, el algodón, la madera, los alimentos. No podemos ser competitivos en todo, pero sí en lo que tenemos ventajas naturales”, señaló.

Favarón, que también impulsó un ambicioso plan de forestación provincial, cuestionó además la burocracia y la superposición de organismos que frenan proyectos estratégicos. “El Estado todopoderoso no trajo progreso. Tenemos que achicarlo, liberar al productor y dejar que la producción y el mercado hagan su trabajo”, concluyó.

Asimetrías y llamado a la reflexión

Las asimetrías estructurales del país, advierte Favarón, se profundizan cada vez que una ley de promoción beneficia a ciertas provincias a costa de otras. «Así ocurrió cuando se incentivó la radicación industrial en La Rioja, Catamarca, San Luis o Tierra del Fuego, mientras el Chaco veía caer su empleo textil de 30.000 a menos de 1.000 puestos. El mismo patrón se repite con las retenciones: un diferencial impositivo de apenas 3 o 4 puntos generó el clúster aceitero más grande del mundo en Rosario, pero dejó al interior sin industria para procesar su propia materia prima, obligando a venderla sin valor agregado y condenando a las economías regionales al rezago», ejemplificó.

Lo que ya no tiene el Chaco

«Somos la principal, o al menos la segunda, provincia productora de algodón en el país y, sin embargo, apenas industrializamos el 1,2% de esa producción», dijo Favarón. También respondió a ¿cómo se puede aumentar ese porcentaje si las leyes de promoción industrial siguen condenando al Chaco al ostracismo industrial?

«El modelo de desarrollo industrial argentino, especialmente en el pasado reciente, ha favorecido a determinados sectores y regiones, dejando atrás a provincias como la nuestra. Un ejemplo claro es el sistema de retenciones diferenciadas para la industria y el productor, con un diferencial de apenas 3 o 4 puntos», dijo.

«Ese pequeño margen fue suficiente para que se desarrollara el clúster aceitero más grande del mundo en Rosario, pero ¿a costa de qué? A costa de que el interior del país, como el Chaco, no tenga una industria aceitera propia, perdiendo así la oportunidad de agregar valor y generar empleo local», enfatizó.

En el Chaco, años atrás funcionaba una planta de molinos que producía aceite de girasol. Hoy, esa industria desapareció: la provincia, tercera productora nacional de girasol, no elabora ni una sola gota de aceite. Para Carlos Favarón, la causa está en las políticas que asfixian al productor. “Hay que sacarle la pata de encima al productor, porque es él —sea agropecuario, industrial o de cualquier sector productivo— quien puede sacar adelante al país”, afirmó.

Favarón sostiene que deben dejarse actuar a las leyes de mercado y apostar a lo que realmente tiene competitividad: “No podemos pretender fabricar chips de silicio si no tenemos las condiciones, pero sí podemos potenciar nuestra industria textil y el sector alimentario”. Como ejemplo, señaló que Chaco no cuenta con un frigorífico habilitado para exportar carne vacuna directamente, por lo que debe enviar su producción a otras provincias. “Tenemos enormes potencialidades, pero debemos concentrarnos en aquello en lo que tenemos ventajas naturales y competitivas”, remarcó.

Fuente: Norte Play

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