De vender en la calle a tener pedidos en todo el país: la historia de Juan y su amistad con Camila

Juan, un cordobés de 83 años, encontró una nueva oportunidad en su vida gracias a sus cinturones… y a un gesto de solidaridad. Durante años recorrió las calles vendiendo su producto de forma ambulante, sin mucho éxito. Todo cambió el día en que conoció a Camila, una joven empleada en un local de ropa que decidió confiar en él y ayudarlo.
Con su valija llena de cinturones de cuero, Juan entró al local como lo había hecho tantas veces en otros comercios. Pero esta vez, encontró una respuesta distinta. Tras una charla en la que compartió que esa actividad era su forma de mantenerse activo y motivado, Camila no solo le compró: también empezó a revender sus productos.
La calidad y el estilo moderno de sus cinturones rápidamente conquistaron a las clientas, y el boca en boca hizo lo suyo. En poco tiempo, Juan comenzó a recibir pedidos desde distintos puntos de Córdoba e incluso de otras provincias. Su emprendimiento, que parecía limitado al esfuerzo de un jubilado solitario, se convirtió en un pequeño fenómeno impulsado por la empatía.
“Tuve la suerte de que tengan la predisposición para ver lo que hacía”, expresó Juan en una entrevista, emocionado y agradecido.
El impacto fue tal que otros locales también comenzaron a contactarlo para revender sus cinturones. Así, un gesto simple de confianza abrió la puerta a un crecimiento inesperado y, sobre todo, al nacimiento de una amistad que conmovió a miles de personas en redes sociales.
La historia de Juan y Camila no es solo la de un emprendimiento que crece: es un ejemplo de cómo la solidaridad intergeneracional puede cambiar realidades.