Juicio por la muerte de Maradona con una audiencia clave

El escándalo desatado el jueves pasado en torno a la jueza Julieta Mackintach por, presuntamente, autorizar la realización de un documental del caso sin el consentimiento de las partes involucradas (denunciantes e imputados), puso inevitablemente en riesgo un debate oral que ya lleva más de dos meses en curso ante el Tribunal Oral en lo Criminal N°3 de San Isidro que integra.
Por eso, entre otras cuestiones, la jornada de este martes será una de las más importantes hasta ahora. El proceso se reanudará en un clima de máxima tensión, tras un fin de semana que estuvo marcado por el avance de un expediente que investiga el vínculo de la magistrada con una productora audiovisual. Es que habría dos infiltrados en la sala de audiencias, avalados por la jueza, que estarían recopilando material para un film.
Esta acusación puso a Mackintach en la mira de la Justicia porque, de comprobarse, estaría en juego su imparcialidad en un juicio donde tiene que definir la responsabilidad de siete imputados en la muerte del máximo ídolo del fútbol argentino.
La jueza niega todo rotundamente: afirma que no hay contrato, no hay documental y que no tiene nada que ocultar. No obstante, dos testigos que ya declararon en la investigación iniciada partir de una denuncia penal de los abogados Fernando Burlando y Mario Baudry (representantes de Dalma, Gianinna y Dieguito Fernando, respectivamente) aseguraron que hay una pareja autorizada por ella que grabaron imágenes en las audiencias, una acción que está prohibida.
Solamente esta información ya es suficiente para que cualquiera de los defensores de los acusados pida desde la recusación de Mackintach, es decir, su apartamiento del tribunal; hasta la nulidad del juicio, lo cual haría que todo el proceso judicial vuelva a cero.
Entre el jueves y la noche del lunes hubo un sinfín de llamados entre fiscales, abogados de los familiares de Diego y los representantes de los principales imputados para evaluar la situación y conocer las intenciones de cada uno.
Entre tanta incertidumbre, hay solo una certeza que, por estas horas, alcanza para llevar algo de calma: ninguno quiere suspender ni posponer el juicio y todos -o al menos la gran mayoría de las partes- quieren buscar la mejor solución para que el debate siga su curso.