La irresponsabilidad humana acaba con Charrúa, el guacamayo rojo que volvía a Corrientes: le dispararon con una gomera

Ocurrió cuando el ejemplar, de una especie que llevaba más de un siglo ausente en la región, volaba cerca de una localidad correntina.

El cielo de los Esteros del Iberá perdió un color. Charrúa, un guacamayo rojo, murió tras ser alcanzado por un proyectil lanzado con una gomera por un grupo de chicos mientras volaba cerca de la localidad de Concepción del Yaguareté Corá. El ave había nacido en libertad junto a sus hermanos, Pampa y Toba, en Corrientes, después de más de un siglo de ausencia de la especie en la región.

“Recibir la noticia fue muy triste y, sobre todo, generó mucha bronca, indignación e impotencia. Sabemos que los animales pueden morir; estamos preparados para eso porque es parte de la vida, pero por lo general ocurre por causas naturales o por enfrentamientos con otros animales. Que haya sido en manos de personas realmente no creímos que podía pasar”, afirmó Marisi López, coordinadora del Proyecto Iberá.

Hace apenas unas semanas, los tres hermanos habían emprendido sus primeros vuelos largos, alejándose más que nunca de su lugar de nacimiento, en la zona de Cambyretá. Llegaron hasta Colonia Carlos Pellegrini, una localidad mucho más al sur, y ese recorrido marcó el registro más austral del que se tiene noticia para el guacamayo rojo.

“Estaban por cumplir dos años y nos sorprendieron: recorrieron 350 kilómetros. Pasaron por Villa Olivari, Loreto, Carlos Pellegrini y Concepción. En todos los pueblos la gente nos mandaba fotos y videos, felices de verlos”, contó Marianela Masat, coordinadora del proyecto de reintroducción de guacamayos rojos de Rewilding Argentina.

La última parada de la familia fue Concepción, donde Charrúa dio su último vuelo. El 29 de septiembre, voluntarios de la fundación recibieron una alerta de vecinos que habían visto a un guacamayo herido que no podía levantar vuelo. Los rescatistas llegaron hasta una zona rural, a pocos kilómetros del pueblo, y constataron que el ave tenía fracturada el ala derecha.

Fue trasladado de urgencia al Centro de Conservación Aguará, donde las radiografías confirmaron que había perdido un trozo de hueso por el impacto del proyectil. Cuatro días después, murió.

“Cuando llegué, él tenía una energía tremenda. Nunca había estado encerrado: estaba asustado, enojado. Lo agarramos, le abrimos el ala y vimos la herida: era una fractura expuesta, con pérdida ósea. Le dieron antibióticos, se evaluó operarlo, pero no pudo superar la infección. Era muy grave, un golpe muy fuerte”, explicó Masat.

La noticia de la muerte de Charrúa no solo golpeó a la Fundación Rewilding Argentina, sino también a los vecinos de Iberá. “Las comunidades locales se mostraron indignadas y sorprendidas, con la misma bronca y tristeza que nosotros. Salieron a repudiar en redes, a organizar charlas en las escuelas, a ofrecerse como guardianes de que no vuelva a pasar”, relató López.

En especial, el dolor atravesó a Concepción del Yaguareté Corá, donde ocurrió el hecho, una comunidad profundamente ligada a los proyectos de conservación. “Concepción se volcó por completo a esta nueva economía basada en el turismo de naturaleza”, explicó la coordinadora del Proyecto Iberá.

“Hay guías, emprendedores, cocineros, artesanos… gente que trabaja por el Parque Iberá. Por eso nos pareció tan raro que ocurriera en un lugar así. Pero no hay que meter a todos en la misma bolsa: esto fue el accionar aislado de un grupo minoritario”, agregó.

El hecho fue denunciado formalmente. El guacamayo rojo fue declarado Monumento Natural de Corrientes, lo que le otorga protección legal contra cualquier tipo de daño. Por esta razón, la fundación presentó una denuncia ante la Justicia. La Policía de Corrientes intenta ahora identificar al grupo de chicos —de entre 10 y 12 años— que habrían disparado con una gomera o un arma de aire comprimido.

“Decidimos realizar la denuncia formal justamente para que esto no pase desapercibido, no quede impune. Hay que ir hasta las últimas consecuencias, sabiendo que atentar contra un monumento natural tiene sus consecuencias”, explicó López.

El guacamayo rojo estaba extinto en la Argentina hacía más de 150 años. Corrientes es, hasta ahora, la única provincia que logró traer de vuelta al majestuoso animal. En 2015 nació un proyecto para reintroducir la especie en la región, impulsado por Rewilding Argentina, la provincia de Corrientes y la Administración de Parques Nacionales.

“Los primeros individuos llegaron de zoológicos, de rescates, de criaderos, incluso de exmascotas. A todos se los entrena: a volar, a reconocer frutos nativos, a escapar de depredadores. Es un proceso largo y complejo”, explicó Masat.

El programa contempla varias etapas: cuarentena sanitaria, entrenamiento, liberación y monitoreo. “Cuando están listos, se los lleva al campo, donde pasan unos días en una presuelta, un recinto en altura para aclimatarse”, detalló la joven coordinadora.

“Después comienza la liberación, que es muy lenta. Los guacamayos salen y entran muchas veces hasta que se sienten seguros. Cada uno lleva un radiocollar y, con antenas, los seguimos por todo Iberá. A veces vuelan tan lejos que dependemos de la gente de los pueblos, que nos avisa cuando los ve pasar“, añadió.

La historia de Charrúa y sus hermanos resume esa dedicación. Nacidos en 2023, fueron los primeros pichones de una pareja en libertad. Actualmente, se estima que hay unos 30 ejemplares de guacamayo rojo viviendo en libertad en los Esteros del Iberá.

Además de su valor simbólico, el guacamayo rojo cumple un rol ecológico fundamental como regenerador de bosques, ya que se alimenta de semillas de árboles nativos y, al volar, las dispersa, ayudando a la regeneración natural de los montes. “También es un atractivo turístico enorme, porque es un pájaro de colores brillantes que despierta la curiosidad de observadores de aves de todo el mundo. Muchos vienen a Corrientes, vienen al Iberá, buscando una foto del guacamayo rojo”, señaló López.

El Parque Iberá alberga otras especies que habían desaparecido o estaban al borde de la extinción. Entre los animales que regresaron se encuentran el oso hormiguero gigante, el pecarí de collar, el venado de las pampas, el yaguareté y la nutria gigante, que habían desaparecido por completo de la provincia.

Desde la fundación reconocieron que el hecho “genera alerta” y que es necesario reforzar la educación ambiental, especialmente en las escuelas. “Charrúa fue el primer guacamayo muerto a manos de personas en diez años de proyecto. Desde el Ministerio de Educación de la provincia se ofrecieron a dar charlas y llevar material. Hay mucha movilización por su muerte para evitar futuras muertes, y todos coincidimos en que esto debe sonar como una alarma, que hay que redoblar los esfuerzos”, advirtió López.

Masat, por su parte, también confía en que la educación sea la herramienta más poderosa: “Yo voy a las escuelas, hablo con los chicos, les explico que la gomera no es un juguete: es un arma, sirve para lastimar. Y eso se enseña hablando, no peleando. Les muestro cuánto cuesta traer de vuelta una especie que estuvo extinta 150 años. Hoy tenemos apenas 30 guacamayos volando en libertad. Cada uno de ellos vale años de trabajo, de dedicación, de esperanza”.

En paralelo, se proyectan homenajes en Concepción: una placa, un mural, tal vez una jornada educativa que lleve su nombre. Desde la fundación también piensan en los próximos pasos. “Ya estamos pensando en duplicar las acciones de comunicación. Circulan flyers con información sobre qué hacer si te cruzás con un guacamayo: no alimentarlo, no tocarlo, no tratar de atraparlo, solo disfrutarlo y avisar al número de la coordinadora para registrar el avistaje”, afirmó López.

Hoy, Corrientes cuenta con once monumentos naturales provinciales, entre ellos el guacamayo rojo, símbolo de la restauración ecológica del Iberá. Y aunque Charrúa ya no puede volar, sus hermanos Pampa y Toba continúan haciéndolo en libertad: regresaron a Cambyretá, su lugar de origen, donde fueron avistados en los últimos días.

“Fuera de ese primer momento de tristeza y bronca, entendimos que hay que seguir; que la muerte de Charrúa no sea en vano. Que su partida nos impulse a trabajar más fuerte y a que sirva de ejemplo, para que a nadie más se le ocurra hacer algo así”, concluyó  López.

Fuente: La Nación

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba
Instagram