Trump analiza posibles acciones militares contra el gobierno de Maduro en medio de una nueva escalada de tensión con Venezuela

La administración del expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, evalúa distintas alternativas para ejercer presión sobre el gobierno de Nicolás Maduro, entre las que se incluyen operaciones militares de diversa magnitud, desde ataques selectivos hasta un eventual intento de derrocamiento del mandatario venezolano.
Según fuentes de seguridad norteamericanas, los planes contemplan acciones dirigidas contra unidades militares leales a Maduro y el control de zonas estratégicas, entre ellas los campos petroleros del país caribeño. Sin embargo, Trump todavía no tomó una decisión definitiva, ya que evalúa los riesgos políticos, militares y económicos que implicaría una intervención directa.
De acuerdo con funcionarios consultados, el exmandatario mantiene reservas respecto a una operación que pueda poner en peligro vidas estadounidenses, aunque parte de su equipo más cercano —encabezado por Marco Rubio y Stephen Miller— promueve un enfoque más duro, que buscaría acelerar la salida de Maduro del poder.
En paralelo, el Departamento de Justicia estadounidense trabaja en la elaboración de un marco legal que respalde una acción militar sin la aprobación del Congreso, argumentando que Maduro y altos mandos de su gobierno integran el Cartel de los Soles, organización señalada como narcoterrorista.
Mientras tanto, el despliegue militar en la región se intensifica. Actualmente, más de 10.000 efectivos estadounidenses se encuentran distribuidos entre bases en el Caribe y Puerto Rico, y se espera la inminente llegada del portaaviones Gerald R. Ford, con una flota de más de 75 aeronaves. El Pentágono también realizó vuelos de bombarderos B-52 y B-1 cerca de las costas venezolanas como parte de una demostración de poder.
Las alternativas que analiza la Casa Blanca se dividen en tres estrategias principales:
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Bombardeos aéreos selectivos sobre instalaciones militares venezolanas.
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Operaciones de fuerzas especiales para capturar o eliminar a Maduro.
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Intervención terrestre limitada para tomar el control de aeropuertos y áreas petroleras clave.
A pesar de las presiones, Trump ha insistido en que no desea involucrarse en una guerra prolongada, y busca asegurarse de que cualquier medida proporcione beneficios tangibles para los Estados Unidos, especialmente en lo relacionado con el petróleo venezolano.
En este contexto, el papel de Chevron, la única compañía petrolera estadounidense que aún mantiene operaciones en Venezuela, adquiere un peso central. Aunque el gobierno de Maduro ofreció concesiones energéticas y la apertura de nuevos proyectos a empresas norteamericanas, Trump rechazó el acuerdo a principios de octubre, acelerando las maniobras militares.
De concretarse alguna acción militar, Estados Unidos enfrentaría un alto costo diplomático y político, además de la incertidumbre sobre qué tipo de liderazgo podría surgir tras una eventual caída del régimen chavista.
Analistas coinciden en que las próximas semanas serán decisivas para definir si Washington se limita a la presión económica y diplomática o si avanza hacia una intervención directa en territorio venezolano, un paso que marcaría un punto de inflexión en la política exterior estadounidense hacia América Latina.




