ADN del Crimen: una vida de lujos y cocaína en encomiendas, cómo operaba la banda de los lingotes de oro
El jefe de la banda es un expolicía bonaerense que ocultaba el dinero en efectivo en los huecos de una pared de su departamento; entre los detenidos también figura el hermano de un exsenador provincial del PJ.
Por Gustavo Carabajal para LA NACIÓN
En lugar de enterrar el dinero en tambores, como lo hacía Pablo Escobar Gaviria, el expolicía bonaerense Noel Martí eligió ocultar en la doble línea de ladrillos de la pared del departamento en el que vivía en Necochea los millones de pesos que, supuestamente, obtenía de la venta de drogas.
Para la Justicia, Martí sería el jefe de “la banda de los lingotes de oro”, que ostentaba una vida de lujos en la que varios de sus integrantes se mostraban en Necochea con autos, camionetas y motos de alta gama.
En las últimas horas, Martí y otros seis acusados fueron trasladados a la cárcel de Batán, acusados de formar parte de una banda dedicada al narcomenudeo que durante cuatro años llegó a recaudar 1.300 millones de pesos con la comercialización de estupefacientes.
Al declarar ante la Justicia, los acusados afirmaron que los 30 lingotes de oro, los 540.000 dólares y los 23 millones de pesos que les secuestraron fueron el producto de sus actividades comerciales. Negaron, así, que el dinero haya sido fruto de la venta de drogas.
El operativo fue realizado por personal de la Prefectura en Necochea.
Sin embargo, durante la investigación realizada por el fiscal Carlos Larrarte se habrían encontrado pruebas que avalan la sospecha de que los acusados compraban la droga a un distribuidor mayorista que la mandaba por encomienda a Necochea, donde se fraccionaba y se comercializaba.
Además, entre los acusados figura Carlos Amondarain, alias “Piti”, hermano del exsenador provincial del PJ Juan Amondarain. Es menester aclarar que el exlegislador y candidato en las últimas elecciones no está imputado ni es investigado por este caso.
Durante los allanamientos, realizados por efectivos de la Prefectura Naval, se secuestraron dos kilos de oro en 30 lingotes, que tenían sus respectivos certificados de autenticidad, además de US$540.000, $23.000.000 y droga.
Gran parte de ese dinero estaba oculto en la pared de doble fondo del departamento situado en el cuarto piso del edificio donde funciona uno de los paseos de compras más importantes de Necochea.
Fuentes de la investigación indicaron que sumados los lingotes de oro, la marihuana, la cocaína y el dinero en efectivo, la valuación de los elementos secuestrados supera los $1300 millones. Además del dinero en efectivo, los prefectos incautaron en una vivienda situada en la esquina de 58 y 167 una camioneta Toyota Hilux, una computadora y varias armas de fuego.
Durante la investigación realizada por el fiscal Larrarte se habría determinado que la organización usaba una ferretería como fachada para comprar herramientas a un proveedor en el Gran Buenos Aires.
Esas herramientas eran enviadas en encomiendas a través de un transporte a Necochea. En la guía de los paquetes figuraba el nombre de Miguel Volpe, supuesto propietario de la ferretería, que era quien retiraba las cajas en las que, ocultas entre las herramientas, el mayorista de cocaína que operaba en San Justo colocaba la droga.
Según fuentes de la investigación, el 23 de mayo pasado el proveedor de cocaína, identificado como Oscar “Willy” Cribilleros, le avisó al falso ferretero que el paquete llegaría el sábado. Era el feriado del 25 de Mayo.
Allanaron varias viviendas en Necochea. Prefectura
Ante la posibilidad de que alguno de los responsables del transporte de encomiendas estuviera vinculado con la banda y hubiera decidido abrir el depósito para entregar el paquete con las herramientas y la droga a pesar del feriado, los responsables de la pesquisa decidieron preparar los allanamientos aunque el local estuviese cerrado.
Entrega controlada
Al final, nadie en la empresa de encomiendas estaba confabulado con la organización. Los integrantes de la banda narco tuvieron que esperar hasta el lunes 27 para, una vez que el local estuviera abierto, poder retirar la encomienda con las herramientas y la droga.
Ese día, antes del mediodía, Volpe concurrió al local del correo privado, retiró el paquete y se encontró con Martí y Amondaraín en una confitería. Después pasó por una sucursal bancaria y transfirió el resto del dinero a la cuenta de Cribilleros para cancelar el pago del cargamento de cocaína.
Volpe fue sorprendido por los efectivos de la Prefectura cuando salía del banco. La celeridad y coordinación con la que intervinieron los efectivos federales apostados en Quequén impidió que Volpe pudiera alertar al resto de los integrantes de la banda.
Al mismo tiempo que el falso ferretero era detenido en la puerta del banco, el resto de los uniformados irrumpía en el departamento de Martí, situado en el cuarto piso del edificio de la Galería Central, y en el departamento de Amondaraín, en el séptimo piso del mismo complejo, en el centro viejo de la ciudad balnearia.
Martí había decorado su departamento como un boliche. Tenía la ornamentación e iluminación característica de los locales bailables. Este detalle abonó la presunción entre los investigadores de que allí se habrían realizado reuniones sociales en las que se vendía la cocaína que les mandaba el peruano Cribilleros.
Mientras, en San Justo, otro grupo de efectivos allanaba la casa de Cribilleros, el principal proveedor de droga de la banda que operaba desde hace por los menos cuatro años en Necochea.
Si bien uno de los domicilios allanados está a orillas del río Quequén, dicha propiedad está lejos del predio del puerto local, cuyas instalaciones nunca estuvieron bajo investigación. La banda operaba localmente, solo en Necochea.
El sinuoso camino del lavado
Al analizar la estructura de la organización narcocriminal los investigadores determinaron que el expolicía Martí, que se había desempeñado en Dirección Departamental de Investigación (DDI) de Necochea sería el jefe de la banda.
Según las pruebas consignadas en el expediente, Martí habría aprovechado los conocimientos y relaciones obtenidas cuando realizaba funciones de policía adicional en una sala de juegos de Necochea para armar el circuito que utilizaría plataformas de apuestas electrónicas para hacer circular el dinero proveniente de la venta de drogas.
Además de los datos de las apuestas electrónicas, entre la documentación incautada en los diferentes allanamientos los investigadores encontraron que los imputados conformaron una multiplicidad de sociedades offshore con el objetivo de triangular el efectivo que obtenían de la comercialización de estupefacientes.
Parte de esa documentación fue encontrada en una oficina que los acusados instalaron en el mismo edificio en el que funciona el Centro de Monitoreo Municipal de Necochea. Esa dependencia tampoco figuraba entre los objetivos investigados.
En aquella oficina, los efectivos de la Prefectura hallaron una computadora, varios pendrives y dispositivos de almacenamiento de datos. Uno de esos chips correspondía a la llave de una cuenta de bitcoin.
Por este motivo, ante la posibilidad de que la banda hubiera utilizado criptomonedas para blanquear el dinero del narcomenudeo, los responsables de pesquisa resguardaron todas las pruebas sobre el presunto lavado de activos y las remitirán a la Justicia federal para que investigue la presunta responsabilidad de los siete detenidos en ese delito.
Por el momento, los acusados Martí, Volpe, Amondaraín, Cribilleros, Adriana Beldoménico, Leonardo Jover y Ayelén Gómez fueron indagados por el delito de “comercialización de estupefacientes agravada por el concurso de tres o más personas” y fueron trasladados a la Unidad Penal N°44, de Batán.
Los operativos fueron ordenados por la titular del juzgado de Garantías Nº2 de Necochea, Aida Lhez, que aceptó la requisitoria del fiscal Larrarte para realizar los allanamientos.
Durante los próximos días la jueza deberá resolver los pedidos presentados por algunas de las defensas de los acusados, que solicitaron la excarcelación o, subsidiariamente, la prisión domiciliaria con monitoreo a través de tobillera electrónica. Mientras esas solicitudes se resuelven, los imputados seguirán alojados en la cárcel situada en las afueras de Mar del Plata.
Cribilleros fue el único de los imputados que quedó alojado en una dependencia de la Prefectura, en la zona de Retiro, ya que fue detenido en el conurbano. Luego de que el representante del Ministerio Público de Necochea revise las pruebas y determine cuáles son los elementos que abonan la presunción de la existencia del lavado de activos, los acusados podrían ser investigados por la Justicia federal en un nuevo proceso en su contra.
Un homicidio en la mira
No pasó inadvertido para la Justicia el poder económico de la banda de los lingotes de oro y la red de protección que tendrían algunos de los integrantes de la organización narcocriminal.
Por eso, aunque ninguno de los ahora detenidos figura en el expediente, los caminos de la nueva causa podrían llegar a cruzarse con los de un homicidio ocurrido entre la noche del 29 y la madrugada del 30 de julio de 2020 en Necochea.
Alejandra Fiorito, de 45 años, fue asesinada de cinco balazos cuando estaba en su Volkswagen Suran, en 58, entre 87 y 89. El asesino apoyó el cañón de su revólver .38 en el hombro de la víctima y disparó dos balazos a quemarropa. Luego efectuó otros tres disparos que atravesaron el tapizado de la butaca y dieron en la espalda de la mujer, madre de tres hijos.
Alejandra Fiorito, de 45 años, fue asesinada de cinco balazos en 2020, en Necochea
Ninguno de los vecinos de la zona pudo ver quién estaba en el auto con Fiorito. Tampoco escucharon las detonaciones del revólver. La policía llegó al lugar a instancias de un vecino de la zona al que le había llamado la atención el Suran estacionado desde la tarde anterior.
Cuando los policías revisaron el vehículo hallaron el cuerpo de Fiorito con las cinco heridas provocadas por los balazos y más de treinta envoltorios con cocaína lista para su comercialización.
Al revisar la vivienda de la víctima, los investigadores hallaron una balanza de precisión y más cocaína. Aunque los investigadores policiales y judiciales determinaron que Fiorito se dedicaba al narcomenudeo y que el móvil del homicidio fue un ajuste de cuentas, hasta el momento no hay ningún sospechoso detenido.
Pero luego de investigar el abanico de actividades que desarrollaba la víctima, los responsables de la pesquisa encontraron un dato curioso: Fiorito había trabajado con una empresa que realizaba el desarrollo de claves para las apuestas electrónicas. ¿Casualidad o una llave que podría conducir a los investigadores a encontrar a los sospechosos del homicidio en la banda de los lingotes de oro?
Fuente: LA NACIÓN