La otra cara del reclamo docente: militancia disfrazada de protesta, el 80% responde a Carbajal

¿Protesta genuina o aparato político en acción? El 80% de los que marcharon no eran docentes, sino empleados municipales que ganan $80 mil o $120 mil y fueron mandados por el intendente justicialista José Carbajal para bancar a los «docentes amigos» del exgobernador Jorge Capitanich que se encuentra de campaña.

Lo que parecía un reclamo legítimo de docentes por mejoras salariales terminó mostrando un costado menos heroico y mucho más político. En el Departamento Bermejo, especialmente en La Leonesa, una gran parte de los manifestantes que este martes coparon las calles no eran precisamente docentes con título en mano, sino empleados municipales con sueldos que apenas superan los 80 mil o 120 mil pesos. ¿Qué hacían allí? Protestando, sí. Pero no por ellos. Por otros. Por los «docentes amigos» del exgobernador Jorge Capitanich.

Según distintas fuentes locales, el operativo fue orquestado por el intendente justicialista José Carbajal, quien habría movilizado a empleados de planta y contratados bajo la amenaza solapada —o directa— de «acompañar la lucha». Una lucha que, en los hechos, parece más una jugada política que un genuino reclamo gremial.

¿Lucha docente o militancia encubierta?

Mientras los gremios levantan las banderas de la cláusula gatillo, la recomposición salarial y la convocatoria a una mesa de política salarial y condiciones laborales, la realidad en la calle muestra otra cosa: carteles impresos en serie, logística aceitada, banderas partidarias y discursos que apuntan más a la gestión provincial actual que a soluciones concretas.

¿Dónde empieza la demanda docente y dónde termina la operación política? ¿Quién responde por los chicos sin clases en medio de una protesta que mezcla reclamos genuinos con favores partidarios?

«¡Hagamos oír nuestra voz!»… ¿O la de quién?

El lema que repiten algunos en redes y pancartas suena bien, pero la pregunta es: ¿quién está realmente hablando? ¿Los maestros que día a día sostienen la educación en las aulas con sueldos por debajo de la línea de pobreza? ¿O un puñado de militantes disfrazados de educadores que responden a los caprichos del aparato justicialista local?

En el Departamento Bermejo, muchos docentes de verdad —los que no cortan calles ni agitan banderas— miran con desconfianza cómo sus reclamos se ven teñidos por intereses ajenos. Piden que no se bastardee su lucha. Que no se utilice la educación como pantalla para una campaña encubierta. Y que, si de hacer oír la voz se trata, que al menos esa voz no venga dictada desde un despacho municipal.

¿Crees que la lucha docente es genuina? ¿Dónde estuvieron todos estos años? 

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