Respaldo externo trajo calma al dólar, pero la economía sigue en un terreno frágil

El alivio cambiario alcanzado en los últimos días se explica en gran parte por el apoyo financiero de Estados Unidos, que permitió disipar el clima de tensión tras el pico de inestabilidad registrado entre el 8 y el 19 de septiembre. Sin embargo, la estabilidad lograda convive con una serie de vulnerabilidades que condicionan el futuro inmediato de la economía argentina.
La intervención de la administración de Donald Trump fue clave para contener la presión sobre el dólar y los mercados financieros, pero también dejó en evidencia que el país aún está lejos de recuperar el acceso al financiamiento voluntario, una de las metas centrales del plan económico en curso.
Con el tipo de cambio alejándose del límite superior de la banda cambiaria y un nivel real todavía competitivo para el sector exportador, el Banco Central logró evitar un retroceso mayor en la acumulación de reservas, aunque su margen de acción sigue siendo reducido.
En los mercados, el rebote fue notorio: las acciones argentinas que cotizan en Wall Street subieron en promedio un 14% y los bonos en dólares treparon hasta 25% en la última semana. Sin embargo, estas mejoras puntuales no logran revertir la tendencia negativa proyectada para 2025, que aún anticipa retrocesos del 40% en acciones y del 13% en títulos de deuda.
El riesgo país, que había tocado los 1.500 puntos básicos el 19 de septiembre, retrocedió a la zona de los 1.000, aunque se mantiene muy por encima de los 600 puntos registrados a comienzos del año.
El escenario político también se vuelve determinante: las elecciones legislativas del 26 de octubre serán clave para el gobierno de Javier Milei. Si bien La Libertad Avanza sumará representación, no alcanzará la mayoría necesaria, lo que obligará a negociaciones permanentes en el Congreso para impulsar reformas sensibles en materia laboral, tributaria y previsional.
En paralelo, la sostenibilidad económica depende de dos grandes frentes: la acumulación de divisas líquidas que respalden el tipo de cambio y el cumplimiento de la meta de superávit fiscal primario del 1,5% del PBI prevista en el Presupuesto 2026. Ambos objetivos enfrentan obstáculos: la presión política por aumentar el gasto y la merma de ingresos tributarios, calculada en USD 1.500 millones tras la eliminación temporal de retenciones al agro.
Por otro lado, la actividad económica muestra signos de desaceleración. Según el INDEC, el EMAE de julio registró una caída mensual del 0,1%, acumulando desde febrero una racha negativa que anticipa un cierre de 2025 con bajo dinamismo. Pese a ello, el Presupuesto proyecta un crecimiento de 5,6% del PBI para este año y de 5% para 2026, metas que lucen difíciles de alcanzar en el actual contexto.
En síntesis, el respaldo internacional alivió las urgencias financieras, pero la incertidumbre política, la fragilidad fiscal y la dificultad de generar reservas mantienen a la economía argentina en un delicado equilibrio.