Por ahora, solo promesas

Una de las principales banderas discursivas de la campaña presidencial de Javier Milei en 2023 se apoyaba en dos grandes ejes: por un lado, la denuncia sistemática contra la “casta política”, y por otro, la promesa de una reestructuración económica de raíz, cuyo núcleo incluía la eliminación del Banco Central, una “dolarización endógena” y una fuerte descompresión fiscal para el sector privado.

Por Cr. Facundo Pujol

Sin embargo, con el correr de los meses, las expectativas de cambio profundo en el plano tributario han comenzado a diluirse. Según un reciente informe de la Universidad Austral, la presión tributaria de la administración central se incrementó en 0,2 puntos porcentuales desde diciembre de 2023 hasta la fecha. Si bien se trata de un aumento mínimo, es simbólicamente importante: la promesa de bajar impuestos no solo no se materializó, sino que el camino adoptado parece ir en sentido inverso.

Tanto el ministro de Economía, Luis Caputo, como el propio presidente Milei anunciaron con énfasis la baja del impuesto a los Bienes Personales. No obstante, su impacto fue neutralizado por la ampliación de la base de contribuyentes alcanzados por el impuesto a las Ganancias —particularmente en la cuarta categoría— que hoy afecta a un número mayor de trabajadores formales. El efecto neto, lejos de representar un alivio tributario, ha sido más bien redistributivo dentro del mismo esquema de presión.

Mientras tanto, las grandes epopeyas anunciadas —como la eliminación de tasas distorsivas, la simplificación de trámites o la supresión de tributos menores— permanecen en el plano de las buenas intenciones. La explicación, aunque no siempre explicitada, es clara: la fuerte caída de la actividad económica ha reducido la recaudación en términos reales, y con ello, cualquier margen para avanzar en una reforma fiscal integral sin poner en riesgo el equilibrio fiscal tan celebrado por el oficialismo.

En síntesis, la retórica de la “libertad económica” choca con una realidad presupuestaria inflexible. Las reformas estructurales requieren algo más que voluntad: necesitan base política, contexto macroeconómico favorable y, sobre todo, capacidad de gestión. Hoy, ninguna de esas condiciones parece estar del todo presente. Y mientras tanto, las promesas de alivio fiscal siguen siendo eso: solo promesas.

Fuente: Informe de Universidad Austral.

Sobre el autor:
Cr. Facundo Pujol es Contador Público egresado de la Universidad Nacional del Chaco Austral. Docente Adjunto por concurso de la cátedra de Finanzas Públicas, y Jefe de Trabajos Prácticos de la catedra de Análisis Económico de la carrera de Contador Público en UNCAUS. Fundador de la consultora Chaco Meridiano. Asesor contable en el Estudio Jurídico y Contable Pujol. Analista económico en Radio La Red Sáenz Peña, Radio Centro, Opción de Noticia, radio Natagalá y Multimedios Ciudad.

 

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba
Instagram