Sin ensayos previos Pueblo fue el perro ideal para «El Eternauta» 

 

El rodaje de la serie “El Eternauta” para Netflix sufrió un imprevisto que, lejos de ser un problema, terminó convirtiéndose en una anécdota inolvidable. La búsqueda del perro ideal para interpretar al compañero del vagabundo se había tornado un verdadero dolor de cabeza para la producción. El can elegido, a pesar de su experiencia cinematográfica, no lograba la interpretación requerida. Su falta de concentración y distracciones constantes amenazaban con retrasar la filmación.

Fue entonces que el director, Bruno Stagnaro, escuchó hablar de Puelo, un mestizo callejero que se había ganado el corazón de la comunidad de San Telmo, donde vivía en los alrededores de la parroquia San Pedro González Telmo. Emmanuel Slit Murillo, productor a cargo de los animales en el set, fue quien le contó la historia de este can que, curiosamente, ya conocía los rincones de la iglesia donde se rodarían las escenas.

Contactaron a Emilio Chumpitaz, cuidador de Puelo, y lo llevaron al set. La sorpresa fue mayúscula. Sin ensayos ni adiestramiento previo, Puelo se desenvolvió con una naturalidad asombrosa, adaptándose al ambiente y a las cámaras con una serenidad que cautivó a todo el equipo. Su andar calmado, su presencia vagabunda y serena, captaron la esencia del personaje a la perfección. “Acaba de nacer una estrella”, exclamó Slit Murillo, maravillado ante la espontaneidad del animal.

El comportamiento de Puelo contrastaba totalmente con el del perro previamente contratado. No se inmutaba ante el ruido ni la multitud, demostrando una tranquilidad excepcional. Bruno Stagnaro, defensor de la espontaneidad actoral, quedó fascinado. “Ese perro era el ideal”, recordaría luego Slit Murillo en una entrevista con El Diario Arg.

Pero la historia no termina ahí. Entre Puelo y el protagonista, Ricardo Darín, surgió una conexión especial, una química innegable que traspasó la pantalla. Durante las pausas, Puelo arañaba la puerta del camarín de Darín, compartiendo momentos de relax con el actor. “No entendíamos cómo se querían tanto sin haberse conocido antes. Eran como pan y manteca”, comentó Slit Murillo, destacando la complicidad que enriqueció las escenas compartidas. Incluso, se adaptaron algunas tomas para aprovechar la espontaneidad de la dupla.

La vida de Puelo dio un giro radical. De callejero a estrella de Netflix, pasando de dormir en la parroquia a disfrutar de alimento premium, juguetes, ropa y atención veterinaria de primera. Si bien, según su dueño, inicialmente mostraba cierto desgano al regresar a casa tras las jornadas de rodaje – un “cansancio actoral”, según Chumpitaz – hoy, con nueve años, disfruta de una vida tranquila y digna, querido por su comunidad y admirado por su talento inesperado. La producción evalúa su regreso para la segunda temporada.

Su historia comenzó en enero de 2016, en Lago Puelo, Chubut, donde fue encontrado abandonado junto a dos hermanos. El padre Martín Calcarami, sacerdote de la parroquia San Pedro González Telmo, lo rescató, bautizándolo en honor al lugar donde nació. En San Telmo, Puelo se integró a la comunidad, convirtiéndose en una mascota querida por todos. Su presencia en la parroquia se volvió tan habitual que incluso anunciaba la hora de la misa.

Hoy, Puelo es un símbolo de la perseverancia y el talento inesperado. Su historia, que comenzó en la soledad de un lago patagónico, culminó en las luces de Hollywood… o mejor dicho, en un set de Netflix en Buenos Aires.

 

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