Trump planea reabrir Alcatraz, la cárcel por la que pasó Al Capone

Tiene nombre de ave y en castellano, aunque pertenezca a los Estados Unidos. Alcatraz, la temible ex prisión de máxima seguridad que el presidente Donald Trump quiere reabrir con esa función, se llama así por los “alcatraces”, la especie de pelícanos que habitan en la bahía de San Francisco.
La isla fue descubierta a fines del siglo XVIII, en 1775, por un expedicionario español, Juan Manuel de Ayala. Él fue quien pensó el nombre para ese pedazo de tierra que salía del mar: “Isla de los Alcatraces”. El nombre naturista no anticipaba que se iba a construir allí la que tal vez sea la cárcel más famosa del mundo.
Pero para que eso ocurriera todavía faltaba. En 1850 Estados Unidos convertiría ese espacio a dos kilómetros de la costa de San Francisco -y a doce minutos en barco- en una fortaleza militar para defender su bahía. Las Fuerzas Armadas construyeron una especie de ciudadela en la zona más alta de la isla para custodiar su costa y pasarían casi noventa años hasta que ese espacio pasara a ser la cárcel de mayor seguridad del país, y también la más cara de mantener.
La decisión de que dejara de ser una dependencia militar y se convirtiera en una prisión para criminales civiles fue en 1933, cuando el Estado federal se hizo con el control de la isla. Ya eran tiempos del implacable J.D. Hoover al frente del FBI, y fue él uno de los máximos impulsores de que los criminales más peligrosos de los Estados Unidos fueran recluidos allí, rodeados del mar helado, encerrados no sólo en una celda sino también en una isla apodada nada menos que “The Rock” (“La Roca”) por sus condiciones geológicas.
En su red social Truth Social anunció que la reapertura de Alcatraz como una penitenciaría sería para alojar allí a los criminales “más despiadados y violentos”. Aseguró que volver a abrir la histórica prisión, que desde los años setenta es un museo y que recibe alrededor de un millón de visitantes por año, sería un paso para lograr su meta, “hacer a América grande de nuevo”.
Según el mandatario, Alcatraz es un símbolo de “ley, orden y justicia”. Cree también que esa ex fortaleza podría ser el sitio de reclusión de migrantes que ingresaron a los Estados Unidos de forma ilegal y que, según Trump, “contribuyen al caos en las calles”. Volver a abrir la prisión es, para el presidente de los Estados Unidos, una forma de volver a “un país más serio”.
Alcatraz fue una cárcel de la que quisieron fugarse, según pudo reconstruirse, unas 36 personas en 14 intentos. Algunos volvieron rogando que les abrieran la puerta de la cárcel porque era eso o morirse de frío. Y sólo tres, tal vez, hayan conseguido la libertad. Nunca más se supo de ellos: algunos sostienen que llegaron a Brasil y pasaron su vida allí, con una nueva identidad; otros, que nunca más se supo de ellos porque murieron ahogados. Aunque hayan pasado décadas, no hay manera de resolver la duda. Ni la habrá jamás.